Tuesday, June 21, 2005

El día que me muera

El día que baje una escalera y me transporte al éter...
Recorra, pues, uno a uno cada lugar del planeta y descubra las revelaciones nunca antes imaginadas, confirmando tal vez algunas sospechas mortales y conformándome como parte de la respuesta y la energía universal que se esconde en lo que pocos saben y todos callan...

Ese día, tal vez con un panorama más alto y mucha paz aledaña, se frene la escalera y deba rendir algunas cuentas pendientes...

Entonces, él, que todo lo sabe, ahora interrogador -antes cómplice- me preguntará que cómo me fue, ahondará en mis sentimientos y tal vez requiera algún arrepentimiento...

Él tal vez me espere distante, del otro lado de una mesa, en forma sin forma, repleto de su pura amorfia.

Yo -envuelta en mis ojos- correré a su encuentro para -de sorpresa- abrazarlo y agradecerle más que nunca...

Vos me pusiste el amor del otro lado del abismo y yo sólo debí saltar -y saltarme- para poder tocar sus labios...

Yo hube estado tanto tiempo antes en las inmensidades del éter, yo pude -acaso- desfigurar el tiempo para mutar la vigilia en el sueño y el suelo en el cielo...

Yo pude ser gaviota y estrella en el mar de su sonrisa y él pudo eclipsar mi existencia con fuegos artificiales infinitamente bellos e incandescentes.
Pude cargar cruces inimaginables a fin de sostener su mano y conjurando los malos tragos, soslayando la realidad tan cruel como adversa, pude por el camino de la fantasía llegar a lograr que desaparecieran sus pupilas cansadas, morigerando la carga de espinas envueltas en retazos de existencia derramada.

Yo ya estuve aquí, desde mi corazón, yo pude hechizar las manecillas de los relojes desparejos de su vida y la mía, -pude- cronometrar los suspiros y ordenar los latidos para empezar de nuevo, para latir en uno.

Tantas cosas pude hacer, sentir, convocar... Tantos sueños derramados en una vida tan corta. Tanta historia y corazón en donde no cabía más que cotidianeidad rutinaria, encontramos ritos y fuego.

¿Qué hay de malo con el fuego? ¿acaso no te gusta el color rojo? A él no.

¿Qué hay de malo en conjurar los cuerpos, en vibrar, en ser sangre y ser vino?
En ser locura y transgresión de a ratos, y ser bosques de paz y confianza
otros tantos...

Yo lo he probado.

He tenido la posibilidad de enamorarme. De ser pasión, instinto, cuerpo.
De ser alma, alas, suspiros.

Qué cielo detrás del cielo me dirás que es divino si sé que no habrá más cielo,
que el mundo de sus abrazos...

Si sé que el mejor pedazo del todo de mis días ha forjado un paraíso desde un mundo urbano, en virtud de ese ser humano que por siempre ha de ser el amor de mi vida.

4 comments:

Domitila said...

grande denise!
estoy leyéndote...
g

El señor K. said...

Un gusto que me haya visitado y un gusto mayor aún leerla desde tan lejos que de pronto parece tan cerca, aunque estas palabras sean plagio de una película de Win Wenders.
Invitada cordialmente a volver a mi patio virtual cuando quiera, que yo reiteraré con ansias la visita a estos territorios suyos.

Anonymous said...

Denisinha: gracias por permitir conocer, a través de tus palabras, mis vivencias. Gracias por expresarlas, por derramármelas. Gracias por decir y querer decir. Agradezco tu vida, tu sol y tu brío. Los sientos algo propios, los guardo en ese cofre mío, que el día final se abrirá para esparcir sueños, profecías, brillos y resonancias.

DFS

VAKA said...

Y leí por ahí que el tiempo es una trampa y aquí estoy. Y me llenaste de palabras cuando arrancaste. Y me llenaste de sorpresa cuando me fui. Y me llenaste de respuestas cuando te leí. Y leí por ahí que el tiempo es una trampa y aquí estoy.